Por: María Isabel Ortiz Fonnegra
13 de septiembre 2017 , 12:00 a.m.
En La Ceja, Antioquia, no hay casa, local ni tienda, que no tenga una bicicleta. A una cuadra del parque principal, en una prendería se observan, colgando del techo y las paredes, bicicletas rosadas, verdes, rojas, amarillas, grandes, pequeñas, nuevas, usadas, con rueditas y sin ellas. Este local, llamado El Diamante, es atendido desde hace 15 años por Carlos Calle, un hombre, de 60 años, criado en La Ceja. En su tienda hay entre 200 y 250 bicicletas, pero no todas terminaron allí porque los cejeños no las querían, porque necesitaban dinero para pagar una apuesta o los servicios, o porque simplemente ya no les servían. Algunas están allí porque las personas tienen tantas, que no tienen dónde más meterlas.
Este fenómeno, dijo el comerciante, se agudiza durante el invierno, ya que por las lluvias la gente opta por otros medios de transporte y necesita un lugar en donde dejar su bicicleta mientras las condiciones climáticas les permiten volver a conducirla.
La Ceja, de 65.000 habitantes, según su Secretaría de Planeación, y famoso por sus cultivos de flores, podría ser el municipio con más bicicletas por habitante del país. Fáber Eduardo Martínez, secretario de Planeación, dice que los hogares tienen entre dos y tres bicicletas, aunque no hay un dato exacto, y asegura que llegarían a 40.000, aunque en la Secretaría de Tránsito del municipio apenas se registran 1.500. Precisamente buscando determinar la cantidad de bicicletas, la Secretaría de Tránsito realizó, en octubre del 2015, una encuesta a 1.061 hogares, que reveló que 655 viviendas tienen bicicletas, el 61,7 por ciento de los hogares encuestados. Las motos son el segundo medio de transporte en La Ceja, con 11.850 registradas en el municipio, y los carros el tercero, con 5.478 vehículos.
Las flores y las bicicletas
Aunque no saben cuándo ni cómo la bicicleta se volvió el método de transporte principal, los floricultores la usan diariamente, los cejeños afirman que son casi todos, razón por la cual las celdas de parqueaderos de los cultivos de pompones, crisantemos y hortensias están ocupadas casi por completo por bicicletas y no por carros, pues los trabajadores necesitaban un transporte rápido, seguro, y fácil para ir de sus casas a los cultivos. Esto afirman Alba Rodríguez y Sandra Puerta, quienes trabajan en Flores del Este, un cultivo de hortensias ubicado en la vereda Las Lomitas. La bici es su principal medio de transporte, todos los días realizan un recorrido de aproximadamente 25 minutos desde sus casas hasta el cultivo y viceversa.
Solo si hay un enfermo o una cosa urgente se paga taxi, de resto, todo en cicla
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Luz Mary Bedoya es otra habitante que monta en bicicleta casi todos los días de su vida. A las 5 de la mañana sale de su casa hacia su trabajo en el cultivo Jardines de San Nicolás, ubicado en la vereda San Nicolás, lugar en donde nació y creció. En su casa fueron cuatro hermanos y todos tuvieron bicicletas desde jóvenes. La historia se repite en su hogar: tanto su esposo como su hijo se transportan en dos ruedas. Ella no anda en bicicleta solo para ir al trabajo, la usa para la mayoría de las actividades que impliquen salir de la casa a más de dos cuadras. “Solo si hay un enfermo o una cosa urgente se paga taxi, de resto, todo en cicla”, comentó. Es por esa razón que un domingo, a las 12 del día, bajo un sol que arruina el promedio de temperatura de La Ceja, que es de unos 18 grados centígrados, vuelve a casa caminando con su bicicleta luego de hacer unas compras. Camina porque la vía a su vivienda tiene una pequeña pendiente, como casi todo el casco urbano del municipio, y está algo cansada para subirla en bicicleta.
No faltan los robos
Tanta bicicleta hace que este sea el vehículo más robado en el municipio e, incluso, las autoridades han detectado que los delincuentes llegan de otras regiones. Hace varios meses las autoridades desarticularon una organización que se llevaba en camionetas las bicicletas que hurtaban para venderlas en Medellín. Diariamente pueden ocurrir entre dos y tres robos de bicicletas, comentó el subteniente Marlon Lengua, del Centro de Atención Inmediata (CAI) de La Ceja, quien agrega que todos los días reciben quejas por el robo de estos vehículos, aunque mensualmente solo se realizan entre seis y ocho capturas por este delito. De esto puede dar fe Conrado García, un abuelo, de 61 años, quien al mediodía recorre el parque principal de La Ceja en su bicicleta, una ‘paletera’ marca Rally, con aproximadamente 65 años de historia. Conrado heredó la bicicleta, hace 24 años, tras la muerte de su padre, quien la compró en Medellín.
En La Ceja hasta la Policía se moviliza en bicicletas.
Foto:
María Isabel Ortiz Fonnegra/EL TIEMPO
Su propia bicicleta, una Humber que lo acompañó por 18 años, la perdió un día cuando entró a misa. La había dejado parqueada en el atrio de la iglesia principal mientras escuchaba el sermón, cuando salió, ya no estaba. “Eso fue muy doloroso, ya me había acompañado por mucho tiempo”, comentó. Por esa razón, cada vez que va a la tienda a comprar los alimentos para el almuerzo, su nieto Sebastián, de 8 años, se queda afuera cuidando su bicicleta y la de su abuelo. “Él es el guardaespaldas porque en cualquier descuido se las llevan”, dijo Conrado. Sebastián hace parte de la nueva generación de cejeños que monta bicicleta. Cuenta con orgullo que monta desde los 4 años, cuando le pidió a su papá que removiera las llantas auxiliares de su primera bicicleta. Ya tiene otra, “la de los mandados, la pequeña es la de los piques”, contó entre risas. Como La Ceja es relativamente grande y un poco empinada, la Policía montada no va en caballos sino en bicicletas. Son 20 vehículos de color verde claro que en el marco tienen escrito ‘Policía’ y un número de registro.
Para mí lo primordial es la bicicleta, de otro modo casi no me muevo
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Comenzaron a usarlas a comienzos de año por idea del Alcalde, recordó el intendente del municipio, Edilberto Quiroz. Quienes usan esas bicicletas son los 48 auxiliares de apostados en la zona. Ellos pedalean todo el pueblo y especialmente acompañan eventos como los ciclopaseos. Y, en otras ocasiones, también persiguen a los delincuentes pedaleando.
Ciclismo de competencia
El amor por las bicicletas en La Ceja ya deja sus frutos. Esta es la cuna de Fernando Gaviria, quien se convirtió en leyenda nacional tras ganar este año cuatro etapas del Giro d’Italia 2017, marca que no había logrado ningún colombiano en ninguna de las tres grandes carreras. Y, además, es escenario de prácticas para ciclistas nacionales e internacionales de la talla de Rigoberto Urán. En sus calles funciona el Club y Escuela de Ciclismo Clecilja, que actualmente tiene 50 miembros. El entrenador es Hernando Gaviria, padre de Fernando. Los entrenamientos son seis días a la semana en el parque lineal del barrio La Aldea o en las carreteras que comunican a La Ceja con Abejorral, El Retiro y La Unión, municipios del oriente de Antioquia y Sonsón, en el sur del departamento.
En La Ceja se ven bicicletas en todo lado y para toda actividad.
Foto:
Guillermo Ossa/EL TIEMPO
Hernando comenta que La Ceja es un municipio de ciclistas, tanto recreativos como de competencia, porque el terreno lo permite y porque la tradición del ciclismo competitivo se remonta hasta los años 50, con Justo ‘Pintado’ Londoño, quien fue subcampeón de la Vuelta a Colombia. En el club hay jóvenes desde los 8 hasta los 19 años ¿cuántos quieren ser ciclistas profesionales?, “¡¡Todos!!”, responden al unísono. Tienen tan claro su futuro que ninguno de ellos quiere una carrera universitaria, saben que las horas de estudio y las de entrenamiento no son compatibles. Lo que sí quieren es estudiar inglés, pues dicen que será importante cuando salgan a competir internacionalmente.
Talleres de reparación
En el municipio, que apenas tiene cinco entradas, 15 vías y 133,6 kilómetros cuadrados de extensión, de los que solo 2,9 son de área urbana, hay 25 talleres de reparación de bicicletas, comenta Julio César Valencia, un ciclista retirado, de 56 años, dueño del Almacén y Taller Ciclopelusa, una tienda dedicada a la reparación y venta de estos vehículos desde hace 30 años. Valencia fue ciclista hasta los 26 años, luego se retiró porque se le acabó el apoyo. A pesar de esto, no salió del mundo de la bicicleta y junto con su hermano montó el taller, uno de los más antiguos del pueblo. Dice que aunque este es un municipio relativamente grande, 25 talleres son muchos y aún así a Ciclopelusa nunca le falta trabajo. Comenta que pese a que se retiró del ciclismo competitivo no se pudo alejar del todo de las bicicletas. “Ese vicio no se puede dejar”, dice Julio César, de cejas gruesas, piel trigueña y rostro amable, quien tiene que salir al menos dos veces a la semana a montar bicicleta por las montañas de su municipio, pues si no lo hace, se estresa, se siente encerrado, no es él.
En el municipio hay 25 talleres para las bicicletas.
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Guillermo Ossa/EL TIEMPO
No es el único. En La Ceja la bicicleta es un implemento tan esencial como los buzos o paraguas con el que se cubren sus habitantes del frío y de la lluvia. No solo sirve para ir de la casa al parque o al supermercado, la usan para el trabajo, para recoger a los niños en el colegio, para dar un paseo con la novia o novio, incluso remplaza para algunos campesinos el burro en el que transportan los tambos de leche que viajan desde las veredas. Bien lo resumió el abuelo Conrado García, “para mí lo primordial es la bicicleta, de otro modo casi no me muevo”, para los cejeños el caballito de acero casi es más necesario que los mismos pies.